Cambio climático, COVID-19 e igualdad de género
Ene 13, 2021
El cambio climático se refiere a aquellas modificaciones en el clima causadas por el ser humano de manera directa o indirecta. Estos cambios, combinados con la variabilidad natural del clima producen alteraciones en la atmósfera1, los ecosistemas naturales e impactan en los mecanismos económicos, socio-culturales, además de que producen efectos directos e indirectos en la salud y bienestar del ser humano (1). Esta relación y sus efectos en el ser humano no se presentan de manera similar en todas las personas y en todas las regiones. Elementos como la edad, la zona geográfica, el sexo, la etnicidad definen el grado de afectación y la capacidad de resiliencia y adaptación.
El apoyo público a la acción sobre el cambio climático aumentó a un pico antes a la pandemia, sin embargo, la pandemia COVID-19 ralentizó este impulso, entre otras cosas al retrasar la conferencia internacional sobre el clima (COP26). La emergencia climática es similar a la emergencia de la pandemia, solo que avanza más lentamente y es más grave. Ambas emergencias involucran fallas en el mercado, cooperación internacional, ciencia, sistemas de resiliencia y acción, que depende del apoyo público. En este año las emisiones de efecto invernadero se reducirán drásticamente, sin embargo, a menos que los gobiernos intervengan, las emisiones tendrán un rebote una vez que las restricciones de movilidad se retiren y las economías se recuperen (2).
La crisis climática y la crisis de la pandemia tienen impactos diferentes según naciones y grupos sociales. Los países con menos recursos económicos e inestabilidad social son los más afectados en la actual crisis sanitaria, no solo a corto plazo sino también en el futuro, pues es probable que el impacto en sus economías sea mayor y su recuperación más lenta. De modo que las desigualdades económicas entre naciones se incrementan. Asimismo, el cambio climático y la pandemia no afectan por igual a todos los grupos sociales. Los grupos con bajos recursos serán los que más sufran por el confinamiento, el desempleo y los costos de los servicios médicos; mientras los cambios en el clima (cambios en la precipitación, incremento de los niveles del mar, etc.), también crean emergencias sociales que requieren prevención (3).
La pandemia COVID-19 se ha presentado como un reto para todos los países del mundo y sin duda ha permitido entrever las problemáticas estructurales preexistentes y que se han exacerbado. Tal como arguyen Altieri y Nicholls, los problemas globales como el cambio climático, la desigualdad económica, la inseguridad alimentaria, etc., están interconectados y son interdependientes. Por tanto, “cuando uno de los problemas se agrava, los efectos se extienden por todo el sistema, exacerbando los otros problemas” (4).
La recesión económica prevista por motivos de la pandemia amenazará el empleo y los ingresos de las personas, sobre todo de las que se encuentran en mayor vulnerabilidad. Esto es una realidad particularmente grave para la región latinoamericana, pues se trata de la región con mayores niveles de desigualdad. En el caso de las mujeres, por ejemplo, la carga de trabajo doméstico y de cuidados se ha incrementado. “Las mujeres migrantes y refugiadas están en una situación especialmente precaria en la emergencia del COVID-19 dada la xenofobia a la que se ven expuestas, que las convierte en objetivos de violencia y limita sus posibilidades de disfrutar de empleo justo” (5).
El sexo indica que el hecho de ser mujer u hombre define el grado de afectación y adaptación según las relaciones de género de las sociedades. En otras palabras, las relaciones de género se refieren a las posibilidades de desarrollo que tienen los hombres y las mujeres, pero debido a los preconceptos sobre las mujeres y a la organización desigual del trabajo, el cambio climático afecta a las mujeres de manera exacerbada. Por ejemplo, las mujeres se enfrentan a mayores riesgos de sufrir efectos del cambio climático si son pobres, y “(…) la mayor parte de los pobres en el mundo, son las mujeres” (6). En varias localidades de América Latina y el Caribe, las mujeres dependen de los recursos naturales para efectuar una actividad económica y/o para vivir; y necesitan la cosecha de sus productos o se encargan de llevar el agua a sus hogares para las tareas domésticas (7). Además, el cambio climático afecta o profundiza las desigualdades en el acceso a servicios de salud. Por ejemplo, la ausencia de agua limpia limita las posibilidades de las mujeres de mantener una higiene menstrual adecuada. En el caso de desastres naturales, degradación ambiental o sequías, las mujeres y la niñez sufren de desnutrición, diarrea, entre otras (8).
Si la relación entre cambio climático y género es compleja, pero evidente, la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-Cov2, causante de la enfermedad COVID19 empeora este escenario. La pandemia ha provocado una grave crisis sanitaria, económica y social que afecta a hombres y mujeres de formas distintas, y profundiza las desigualdades de género. Si la pobreza de las mujeres y las desigualdades en sus posibilidades de desarrollo son “(…) exacerbadas por el cambio climático” (8), la crisis económica provocada por la pandemia afecta, sobre todo a aquellas mujeres con trabajos informales, con trabajos mal remunerados o poco reconocidos como actividad económica de valor, como los cuidados (8). Asimismo, las medidas como las cuarentenas han dejado en evidencia que las mujeres pueden ser víctimas de violencia de género en sus hogares y fuera de ellos.
No hay evidencia contundente entre el auge del nuevo virus y el cambio climático (9), las investigaciones siguen en desarrollo. No obstante, es necesario considerar que las actividades humanas determinadas por su relación con el medioambiente y las alteraciones causadas en el clima, tienen efectos directos e indirectos en la salud, en la economía y en el bienestar de las personas; y tanto el cambio climático como la pandemia profundizan las desigualdades de género. En tal sentido, existen varias formas de evidenciar y proponer soluciones a favor de las mujeres, por ejemplo, es importante considerar que tanto hombres como mujeres tenemos sesgos o preconceptos contra las mujeres, el primer paso para encontrar y aplicar soluciones es reconociendo estos sesgos (10).
[1] Atmósfera, la hidrósfera, la biósfera y la geosfera, y sus interacciones.